La alimentación y el estilo de vida ejercen influencia sobre la salud neurológica y el funcionamiento cognitivo.
Numerosos estudios han demostrado la relación existente entre un patrón de alimentación saludable con un menor deterioro cognitivo con el paso de los años, así como un menor riesgo de desarrollar demencia.
Un patrón de alimentación saludable se asocia a un menor estrés oxidativo, inflamación y daño vascular, los cuales son mecanismos involucrados en el desarrollo de demencia y de alteraciones cognitivas.
Un aspecto fundamental a considerar cuando hablamos de una alimentación saludable es el procesamiento de los alimentos. Según la Organización Mundial de la Salud, los alimentos ultraprocesados se definen como productos industrializados, elaborados principalmente a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, además de aditivos y cosméticos que dan color, sabor o textura. Estos productos están nutricionalmente desequilibrados ya que presentan un alto contenido de grasas totales, trans, saturadas, azúcar y sodio, nutrientes críticos que en exceso han demostrado conducir a un mayor riesgo de demencia y daño neurológico (además de muchos otros efectos adversos para la salud).
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