La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad que afecta el sistema nervioso central y que, con el tiempo, puede generar discapacidad. Se calcula que cerca de 2,9 millones de personas en el mundo la padecen, y en Argentina hay entre 38 casos por cada 100.000 habitantes. Suele diagnosticarse entre los 20 y los 40 años, en plena etapa productiva de la vida, lo que impacta no solo en el paciente, sino también en su entorno.
Cuando hablamos de EM, muchas veces pensamos en la dificultad para caminar o en la fatiga extrema. Sin embargo, hay otros desafíos que, aunque no se ven a simple vista, afectan enormemente la calidad de vida: los problemas de salud mental y el deterioro cognitivo.
Depresión y ansiedad: una carga extra
La depresión es la complicación más frecuente en quienes tienen EM, con una prevalencia cercana al 24%. La ansiedad también es muy común, afectando a casi el 22% de los pacientes.
Estos trastornos pueden aparecer desde las primeras etapas de la enfermedad y agravarse con el tiempo. Entre las causas se encuentran el impacto emocional del diagnóstico, el curso progresivo de la enfermedad y el aislamiento social. Además, hay factores biológicos que pueden influir, como el daño en ciertas áreas del cerebro y los cambios en la química cerebral.
La depresión y la ansiedad pueden afectar la memoria, la concentración y hasta la motivación para seguir los tratamientos. En los casos más graves, también pueden aumentar el riesgo de suicidio, que es el doble en personas con EM comparado con la población general.
Pérdida de memoria y problemas para pensar
Otro desafío importante es el deterioro cognitivo. Entre el 34% y el 91% de los pacientes con EM presentan algún grado de dificultad para recordar cosas, concentrarse o tomar decisiones. Estos problemas pueden aparecer en cualquier momento de la enfermedad, aunque son más comunes en quienes tienen formas progresivas de EM.
La atrofia de estructuras cerebrales como el hipocampo y la corteza prefrontal parece estar relacionada con estas dificultades. También se ha encontrado que las conexiones entre distintas partes del cerebro pueden estar alteradas, lo que contribuye a los problemas cognitivos.
¿Qué se puede hacer?
El tratamiento de estos síntomas sigue siendo un desafío. Los antidepresivos pueden ser útiles, pero no siempre funcionan bien en personas con EM. La terapia cognitivo-conductual y la rehabilitación cognitiva han mostrado beneficios en el manejo de la ansiedad y la depresión. Además, la rehabilitación cognitiva y el ejercicio físico pueden ayudar a mantener la memoria y la concentración.
Algunos estudios sugieren que ciertos medicamentos para la EM, como fingolimod y natalizumab, podrían tener efectos positivos en el estado de ánimo y la función cognitiva, pero todavía se necesita más investigación.
Un llamado a la acción
A pesar de su importancia, los problemas de salud mental y cognitiva en la EM siguen siendo poco reconocidos y tratados. Es fundamental que tanto los profesionales de la salud como los pacientes y sus familias presten atención a estos síntomas y busquen ayuda a tiempo.
El abordaje de la EM debe ser integral, incluyendo no solo el tratamiento de los síntomas físicos, sino también el apoyo emocional y cognitivo. La investigación sigue avanzando, y cada vez conocemos mejor los mecanismos que causan estos problemas. Con más estudios y un enfoque multidisciplinario, el futuro podría traer nuevas opciones terapéuticas que mejoren la calidad de vida de quienes conviven con esta enfermedad.
Dra. María Eugenia Balbuena
Neuróloga
MN 122784