Las personas con pérdida auditiva no tratada presentan un mayor riesgo de deterioro cognitivo, tienden a aislarse, no interactuar con el entorno familiar y el medio social en general. Luego de años de deprivación auditiva se produce una mayor carga cognitiva que genera una importante susceptibilidad para este deterioro, especialmente en el lóbulo temporal en el cual participan las facultades de la audición, lenguaje y memoria.
Una clara señal que da cuenta de dificultades en la escucha es la realización de esfuerzos adicionales para seguir una conversación. Esto interfiere con otros procesos cognitivos que se dan de forma simultanea (memoria, funcionales ejecutivas y atención, entre otras).
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