Lo suelen experimentar algunos pacientes y lo manifiestan como un cansancio físico y mental de todo el día o bien cuando se está terminando el efecto de la medicación.
La fatiga se puede definir como la dificultad para iniciar la actividad, para mantenerla en concentración y de manera emocionalmente estable.
Los pacientes suelen describirla como falta de energía, agotamiento, sensación de debilidad o de cansancio tanto a nivel físico como mental. A este tipo de fatiga se la suele llamar “central” y se distingue de la “periférica o muscular” cuya principal causa es el trabajo físico en exceso y suele mejorar con el descanso.
Es un problema común y uno de los síntomas más molestos entre los pacientes con Enfermedad de Parkinson (EP). Pese a ser frecuente (entre un 30% a un 50%) y tener un impacto negativo en la calidad de vida del paciente, es poco reconocida.
Resulta difícil distinguir sus causas, dado a que no se cuenta con información definitiva al respecto. Algunos profesionales manifiestan que la fatiga podría vincularse con la bradicinesia o lentitud en los movimientos, por lo cual al paciente le resultará difícil terminar una tarea en un tiempo determinado, convirtiendo la cotidianidad en fuente de gran esfuerzo. También incidiría la rigidez muscular (por el esfuerzo del movimiento que implica), la medicación (dosis excesivas de levodopa o agonistas dopaminérgicos que pueden causar sueño y cansancio, mientras que su falta puede contribuir a la rigidez y/o bradicinesia) y la larga duración de la enfermedad. Tampoco queda del todo claro si la depresión, somnolencia diurna e insomnio podrían ser causa o estar relacionadas, dado que hay pacientes con depresión sin fatiga y viceversa. Por eso se la considera un síntoma no motor independiente.
Es importante tener en cuenta otras condiciones médicas que podrían contribuir a la fatiga, tales como las cardiopulmonares (como la Enfermedad obstructiva crónica, o Insuficiencia cardiaca), endocrinas (híper/hipotiroidismo, insuficiencia renal), condiciones hematológicas/neoplasias (anemia, tumores ocultos), reumatológicas (fibromialgia, lupus, artritis reumatoideas), sustancias de abuso e internaciones prolongadas, entre otras.
En cuanto al tratamiento, se han probado algunos fármacos que podrían llegar a reducir o retardar la progresión de la fatiga como la rasagilina (un inhibidor de la monoamino-oxidasa-B, produce aumento de las concentraciones de extracelulares de dopamina en el cuerpo estriado, utilizado como monoterapia o adyuvante en la EP), elmodafinilo/armodafinilo (psicoestimulante que potencia la actividad alfa-1 adrenérgica en el cerebro, utilizado para la somnolencia excesiva), la caffeina, y antidepresivos como la doxepina (inhibidor de la receptación de serotonina, utilizado para el insomnio crónico y depresión). De todos modos, los estudios de investigación disponibles son insuficientes para fundamentar la utilización de estos.
Por todo esto, si bien hasta la fecha no se cuenta con un tratamiento específico para esta dolencia, se puede contribuir a disminuir el síntoma con un esquema destinado a mejorar el desempeño motor, la calidad de sueño y el estado de ánimo, combinado con un programa de rehabilitación.
Si bien es necesario continuar con investigaciones, es importante sin embargo trasmitirle al neurólogo este síntoma ya que le ayudará a descartar otras enfermedades para de encarar en forma correcta las acciones a seguir en el tratamiento.
Dra. Cynthia García Fernández.
Neuróloga – Programa de Parkinson
Hospital de Clínicas – UBA.