Es la condición en la cual el paciente presenta acumulación excesiva de saliva y un pobre control de ésta en la cavidad oral generando que fluya hacia afuera. Se presenta en varias enfermedades neurológicas además de la enfermedad de Parkinson y se debe a alteraciones en los procesos fisiológicos que se encargan principalmente de su deglución.
Es frecuente y afecta al paciente en diferentes aspectos físicos y psicosociales. Genera estrés emocional y vergüenza social, sobrecarga en los cuidadores, depresión y ansiedad deteriorando marcadamente la calidad de vida por lo que se recomienda que los pacientes o sus cuidadores informen sobre esto al médico tratante ni bien lo noten.
En ciertos casos el babeo continua puede generar dermatitis perioral, mala higiene bucal, mal aliento, acumulación excesiva de flora bacteriana en la boca, interferencia al comer o hablar y hasta el pasaje de pequeñas cantidades de saliva al tracto respiratorio favoreciendo el desarrollo de neumonía por aspiración.
– Por qué se produce
Se plantean varias causas, una es la producción de saliva en exceso aunque se sabe por estudios que los pacientes con enfermedad de Parkinson no producen más saliva que las personas sanas, incluso lo hacen en menor cantidad. La otra que parece tener un rol más claro es la alteración en la limpieza fisiológica de la saliva en la cavidad bucal donde participa activamente la deglución, la cual se ve alterada por el compromiso motor de los músculos involucrados, por lo que es más frecuente que se presente en los períodos de ‘‘Off’’ donde la medicación para el Parkinson disminuye su efecto. La afección severa de los músculos de la cara pueden generar apertura bucal involuntaria favoreciendo el flujo de saliva hacia afuera de la boca.
– Cómo se trata
Hay varias opciones de tratamiento para controlar esta condición. Hay fármacos como anticolinérgicos y antagonistas adrenérgicos denominados así por su mecanismo de acción, que pueden ser útiles pero tienen como principal limitante la aparición de efectos adversos frecuentes relacionados. La terapéutica más recomendada es la inyección de toxina botulínica en las glándulas salivales (parótidas y/ó submaxilares) generando una reducción en la producción de saliva, este efecto dura alrededor de 3-4 meses donde se repite el tratamiento.
Otras alternativas no farmacológicas incluyen mascar chicle lo cual generaría un estímulo para tragar saliva en forma más frecuente, también modificaciones en la conducta donde se entrena mantener la boca cerrada o deglutir más seguido. En casos más extremos se ha utilizado radioterapia sobre las glándulas salivales ó cirugía.
Dr. Carlos Barros Martinez
Neurólogo – Programa de Parkinson
Hospital de Clínicas – UBA