La enfermedad de Parkinson es una afección con algunos síntomas evidentes a la vista del otro que la medicación procura controlar. Los avances en la medicina, por su parte, buscan mejorar los distintos fármacos para potenciar los resultados aunque no han logrado todavía erradicar los efectos secundarios de muchos de ellos.
Por esta razón y para mejorar la perspectiva del tratamiento, es de suma utilidad cumplir con las pautas en la administración de las tomas indicadas por el médico, conocer cómo actúan los fármacos, estar al tanto de sus efectos colaterales y cómo subsanar las complicaciones que se puedan presentar.
En esta breve entrevista, el Dr. Ricardo Maiola, neurólogo del Programa, nos explica qué son los agonistas dopaminérgicos (AD), cómo actúan, los cuidados a tener en cuenta y la gran versatilidad que tienen estos fármacos en su utilización, ya que pueden utilizarse en cualquier etapa de la enfermedad para mejorar las manifestaciones clínicas, inclusive en los pacientes que ya están recibiendo levodopa.
“Los agonistas dopaminérgicos (AD) – explica el Dr. Maiola– son un grupo de medicamentos que tienen un efecto antiparkinsoniano porque ejercen su acción estimulando los receptores dopaminérgicos del cerebro, a diferencia de la levodopa que actúa en el sistema nervioso central a través de su transformación en dopamina, ya que es un precursor en la síntesis de dicho neurotrasmisor”.
¿Es beneficiosa esta diferencia?
Tiene la ventaja de que su estimulación es menos pulsátil, por ende, los pacientes tienen menor riesgo de fluctuaciones y disquinesias. Además ejercen un probable efecto neuroprotector, lo que otorga un presunto retraso en la progresión de la enfermedad.
Otra de sus ventajas es que, a diferencia de la Levodopa (y aunque el efecto antiparkinsoniano es mucho menor), los alimentos no interfieren con la disponibilidad del fármaco.
¿Y en cuanto a la administración?
Para que sea más fácil de administrar se han desarrollado nuevas formulaciones de una sola toma dairia o parches transdérmicos que llegan al torrente sanguíneo durante las 24 horas y alivian de esta forma la carga de tener que fraccionar las tomas muchas veces a lo largo del día.
¿Poseen algunas consecuencias secundarias?
Los pacientes tratados con AD pueden desarrollar algunos efectos colaterales, como edemas, livedo reticularis, hipotensión, confusión y alucinaciones. También pueden generar un cuadro psíquico-conductual, llamado trastorno en el control de los impulsos (TCI), caracterizado por la tendencia a participar en juegos de azar, compras compulsivas, armar y desarmar objetos y deseos de tener relaciones sexuales de manera compulsiva.
Por último, el Dr. Maiola se refirió a los tipos de AD:
“Estas drogas pueden clasificarse en Ergolínicos y No ergolínicos. Los primeros (bromocriptina, cabergolina, pergolide, lisuride, etc.) no se usan en la actualidad por su potencial capacidad de producir fibrosis valvular cardíaca retroperitoneal, entre otras secuelas no deseadas. Los segundos (No ergolínicos) son los que se utilizan actualmente por no tener eventuales efecto adversos, entre ellos, el Pramipexol, Ropinirol, Piribedil, Rotigotina y Apomorfina.
En la estrategia clínica desarrollada por el Neurólogo ¿Los agonistas se usan solos o se pueden combinar con otra medicación?
Los AD pueden utilizarse solos o en combinación con la Levodopa y con otros fármacos. Mejoran la disponibilidad y la acción de la misma, como los inhibidores de la MAO y de la COMT.
Los AD son especialmente útiles en el tratamiento de pacientes jóvenes, o en el tratamiento de inicio, pero también pueden utilizarse, después que el paciente ha comenzado su tratamiento con levodopa para mejorar la acción antiparkinsoniana.
Deberá tenerse especial atención, entre los pacientes que reciben AD:
- Somnolencia o ataques de sueño.
- Conducta compulsiva.
- Confusión y alucinaciones.
- Edema.
Dr. Ricardo Maiola
MN 60548