El agua es un componente fundamental del organismo, ya que cumple funciones vitales, forma parte importante de tejidos, las articulaciones y ayuda a la limpieza de toxinas junto con los riñones. Por lo tanto, es crucial asegurar una buena ingesta de líquidos y evitar la deshidratación.
La deshidratación es la falta de agua en el cuerpo. El adulto mayor es más susceptible a sufrir de deshidratación como consecuencia de una menor ingesta de líquidos. Esto se debe a que las señales que el cuerpo envía al cerebro son menos intensas a medida que envejecemos, por lo que la sensación de sed aparece de forma más tardía.
Se necesitan 1.6 litros/día de agua en el caso de las mujeres y 2 litros/día en el caso de los hombres.
Para facilitar el consumo de líquidos, se puede consumir agua, soda, jugos naturales, leche o infusiones (evitando gaseosas o bebidas con mucho azúcar).
Es importante recordar que ante episodios de diarrea o vómitos, hay mayor riesgo de deshidratación, por lo que es importante consultar con un médico.
La desorientación, los mareos o la somnolencia también son síntomas de deshidratación. En caso de dificultad para tragar líquidos, y para evitar consumir menos de lo necesario, se debe consultar con una nutricionista, quien ayudará a adaptar la consistencia de ser necesario, y así poder mantener una adecuada hidratación.
Lic. Clara Delucchi
Nuticionista
MN 10329