La medicación puede generar inconvenientes no deseados como el trastorno del control de los impulsos, pero una consulta con el neurólogo logra solucionarlo fácilmente.
Con la llegada del verano aparecen cambios en las rutinas de las personas con Parkinson. Las fiestas de fin de año, por ejemplo, son un escenario proclive para caer en desarreglos con la alimentación. Asimismo, el equipo de salud suele tomarse vacaciones y los turnos para las consultas médicas suelen ser más espaciadas. Estos y otros cambios pueden generar algún trastorno por lo que es conveniente estar atento.
La medicación y sus efectos no deseados es uno de esos temas a los hay que prestarle atención. El Trastorno del Control de Impulsos (TCI) es algo que puede suceder, por eso hay que identificarlo y transmitírselo al médico.
“El Trastorno del Control de los Impulsos es un desorden caracterizado por una insuficiencia a resistir un impulso o tentación placentera para el paciente y se convierte en perjudicial para él u otros por su naturaleza excesiva” afirma el Dr. Ricardo Maiola, Neurólogo del Programa. “En los pacientes con enfermedad de Parkinson, el TCI incluye el juego patológico, la hipersexualidad, los gastos excesivos y el comer en forma compulsiva (entre sus manifestaciones más frecuentes) que afecta la vida de los pacientes y su entorno familiar” nos explica el profesional.
Los agonistas dopaminérgicos (pramipexol, ropinirol, etc.) han sido frecuentemente asociados en generar estos desordenes de TCI, el Dr. Maiola aclara este punto, “no todos los pacientes que toman este tipo de medicación lo sufren, además se asocia en muchos casos a co-morbilidad psíquica como depresión, deshinibición, irritabilidad, y disturbios del apetito”.
El Neurólogo también identifica otros factores de riesgo para el desarrollo del Trastorno del Control de los Impulsos como:
- La terapia con levodopa asociada.
- Edad más joven.
- Rasgos personales.
- Tratamiento con amantadina (recientes estudios indican mejoría del TCI con amantadina)
- Capacidad para tomar decisiones alterada.
En referencia a los Trastornos del Control de los Impulsos el neurólogo añade que “Un 10 % de los pacientes con EP lo sufren, aunque recientemente un estudio francés demostró que un 25% de los pacientes tienen al menos un síntoma. Los agonistas dopaminérgicos, en altas dosis tienen una mayor prevalencia (aunque esto no es compartido por todos). También, los inhibidores de la MAO-B (selegilina y rasagilina) contribuyen al desarrollo de conductas adictivas, especialmente la selegilina. Por último la levodopa también está asociada, pero su frecuencia es menor que la monoterapia con agonistas dopaminérgicos, y aún con la combinación levodopa+agonistas dopaminérgicos”.
Como manejarse frente a esta situación.
Lo fundamental para el familiar que convive con la persona afectada por el TCI es estar atento a cualquier cambio de la conducta (descriptos anteriormente por el neurólogo), hay que recordar que no son actos elegidos libremente y que el aquejado se las va a ingeniar para encubrirlos.
Pero si se comunica lo observado al médico en la consulta clínica, este sabrá como manejar la situación, “se puede reducir la dosis, suspender el agonista o como se vio que los pacientes en tratamiento con pramipexol, si se los rota a ropinirol, se reduce la incidencia del TCI. La información evita complicaciones y conflictos en éste sentido”, sostiene el Dr. Ricardo Maiola.