La Enfermedad de Parkinson afecta la motricidad en varias de sus manifestaciones y la escritura es una producción que lo refleja. La firma, particularmente, pone en evidencia la alteración de los movimientos automáticos, ya que se trata del grafismo escritural que se ejecuta con menor control voluntario.
Una de las funciones que el cerebro pone en marcha para que la firma se repita siempre prácticamente de la misma manera, es la que articula todas sus características entre sí, como en una fórmula matemática. La firma conserva su identidad gracias a la estabilidad de las relaciones entre velocidad, presión, forma, aún ante los cambios de dimensión ya que las proporciones se mantienen como si se tratara del zoom de una cámara fotográfica.
Una de las formas de expresión de la perturbación de los movimientos automáticos en la firma es la imposibilidad de mantener la constancia de sus rasgos ante la propuesta de aumentar gradualmente su tamaño a lo largo de una hoja. Para neutralizar este efecto se observa, generalmente, la tendencia a repetir el tamaño original y todas las relaciones cristalizadas en esa dimensión.
Si existiera algún grado de automatismo eventualmente conservado y en latencia por falta de práctica, es posible reactivalo a través de estímulos auditivos y visuales que señalen dónde iniciar y finalizar la firma en una dimensión mayor (…y cada vez mayor). La utilización de birome azul sobre papel blanco resulta un incentivo adicional para la ejecución mecánica e inconciente, ya que son los colores y elementos que se relacionan con ese tipo de producción gráfica.
Cuando se percibe el agotamiento de las destrezas automáticas, es necesario aplicar estrategias para una ejecución “voluntaria”, mediante el empleo de recursos propios de las primeras etapas del desarrollo de la escritura. Entre ellos, “pensar” cada uno de los tramos de la firma, a la manera de una producción planificada que exige dirigir voluntariamente la atención hacia ella. Colabora a este fin la utilización de fibras de colores (menos negro y azul, más vinculados al automatismo escritural). También se aumenta la vigilancia reforzando la exigencia de coordinación óculo manual por el encuadre de la firma en marcos de colores, rectangulares, que respeten sus proporciones.
La repetición del modelo bajo estas condiciones no contrarresta las esperables limitaciones en la generación de nuevos automatismos pero, en cambio, permite memorizar formas y desarrollar habilidades para su dominio, por lo cual la vuelta a la birome suele mostrar la recuperación de algunos puntos de la estructuración gráfica.
El incentivo de la actividad conciente que implica esta práctica también influye en el control de los temblores de reposo, por lo cual repercute positivamente en el resultado final al moderar las oscilaciones del trazado.
Lic. Adriana Ziliotto, Perito Grafóloga.
Coordinadora del Taller de Escritura.