La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico en el que hay una degeneración progresiva del sistema dopaminérgico, lo que da origen a alteraciones relacionadas con el movimiento (como bradicinesia, temblor y rigidez) así como otros síntomas, principalmente de naturaleza cognitiva y psicológicos.
En cuanto a los síntomas relacionados con el movimiento, el ritmo juega un papel crucial en la rehabilitación, ya que la experiencia emocional de escuchar música puede aumentar la liberación de dopamina (el químico cerebral que hace falta en la enfermedad de Parkinson) y el ejecutar la música activa múltiples áreas del cerebro, lo que lleva a un incremento de las conexiones entre el sistema motor y auditivo.
Se ha demostrado que un entrenamiento basado en señales auditivas rítmicas puede producir una compensación de las vías neuronales afectadas en la enfermedad de Parkinson, mejorando la marcha (velocidad, frecuencia y longitud del paso), coordinación de brazos y piernas, control de la postura y el equilibrio. Todo esto debido a que las áreas cerebrales encargadas de la percepción del ritmo están estrechamente relacionadas con aquellas que se encargan de regular el movimiento.
Por lo tanto, el ritmo influencia al sistema cinético (a través de la sincronización y ajuste de los músculos al estímulo auditivo), facilita la sincronización, coordinación y regularización del movimiento, y puede incluso producir un ritmo interno que persiste en ausencia de estímulo.
Se dice que la efectividad de la terapia musical está ligada a lo que los pacientes pierden en la enfermedad de Parkinson “la capacidad de moverse automáticamente”. Por lo que, estos pacientes deben realizar de forma consciente lo que antes hacían de forma inconsciente (caminar, andar en bicicleta) y esto es posible con el ritmo de la música.
Dra. Carol Aguilar Alvarado
Neuróloga
Programa de Parkinson
Hospital de Clínicas.