Las cefaleas (dolores de cabeza) son trastornos de presentación sumamente frecuente en la práctica médica. Dentro de ellas, la migraña es una de las más prevalentes, calculándose que la sufren aproximadamente el 15% de las personas (ambos sexos) a nivel mundial.
El conocimiento actual de los mecanismos que generan el dolor (intervienen múltiples factores), ha llevado a un tratamiento integral para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Uno de los aspectos en los que se hace hincapié con respecto al tratamiento es la dieta. Ciertos alimentos y bebidas (glutamato monosódico, aspartamo, sucralosa, alcohol, cafeína, gluten, algunos quesos, chocolate, cítricos) podrían desencadenar ataques de migraña en personas particularmente sensibles, por lo que la eliminación de la dieta habitual podría actuar como un factor preventivo. Sin embargo, la evidencia disponible no es contundente, y es recomendable distinguir claramente cuáles son los factores disparadores antes de someter al paciente a dietas estrictas, lo que conduciría a aumentar su nada despreciable sufrimiento. ¿No es acaso suficiente tortura padecer el ataque de migraña en sí mismo, para además privarse del placer de comer?
De acuerdo con hallazgos recientes, una dieta restringida en hidratos de carbono actuaría como factor protector de las neuronas, mejorando la producción de energía y disminuyendo la producción de sustancias que provocan inflamación y conducen al dolor. Más aún, la obesidad sería un factor agravante de la cefalea, por lo que disminuir el consumo de ciertas grasas y aumentar la ingesta de ácidos grasos Omega 3 sería una conducta favorable para el individuo migrañoso.
El sodio tendría una influencia en la cantidad de episodios de cefalea (los aumentaría), por incremento de la tensión arterial.
La respuesta de la cefalea del paciente a un disparador dietético determinado depende de la dosis de la sustancia ingerida, del tiempo de exposición y de factores genéticos (no todos reaccionamos de la misma manera ante ciertos estímulos).
Finalmente, y en base a lo antedicho, no parece razonable prohibir alimentos y/o bebidas en forma indiscriminada a todos los pacientes, sino que debería ser el propio enfermo quien realice la búsqueda de aquellos factores dietéticos que podrían desencadenar su dolor, de modo de evitarlos en forma específica y lograr así una prevención eficaz.
Daniel Gestro MN 97150, Beatriz Kinjo MN 110727, Lourdes Molina MN 127959 División Neurología, Sección Cefaleas y Algias Cráneofaciales, Hospital de Clínicas José de San Martín, Universidad de Buenos Aires.
BIBLIOGRAFÍA: SOODEH RAZEGHI J.; ZEINAB G.; ET AL. ASSOCIATION OF DIET AND HEADACHE. THE JOURNAL OF HEADACHE AND PAIN (2019) 20:106.
MARTIN VINCENT T.; VIJ BRINDER. DIET AND HEADACHE: PART 1 (PAGE 1543) AND 2 (PAGE 1553). HEADACHE 2016.