La depresión es un trastorno del estado de ánimo que puede ocurrir tanto en personas con enfermedad de Parkinson como en quienes no la tienen. Consiste en la presencia de una serie de síntomas tanto anímicos cuanto conductuales que más adelante describiremos.
Pero, ¿Por qué surge el tema “depresión” en el marco de la enfermedad de Parkinson?
Pues porque es una asociación frecuente, que se ve en alrededor del 50% de los casos. Inclusive, los síntomas depresivos pueden preceder en años a los del Parkinson.
Si bien aún no se sabe a ciencia cierta cuál es el mecanismo que subyace a la aparición de depresión en relación con la enfermedad de Parkinson, se considera que se debe a la disminución de ciertos neurotrasmisores que intervienen en la regulación del estado de ánimo y de la motivación y el incentivo para actuar.
¿Qué son los neurotrasmisores?
Son sustancias químicas que son producidas por las células nerviosas y que funcionan como “mensajeros”, llevando información de una célula nerviosa a otra. Ejemplos de ellos son la dopamina, la serotonina y la norepinefrina. Algunos de estos neurotrasmisores pueden estar alterados tanto en la enfermedad de Parkinson cuanto en la depresión.
Pero por otra parte, si fuera solamente una cuestión neuroquimica, todas las personas que tienen Parkinson deberían tener depresión. El motivo por el que esto no es así, debemos buscarlos en las características de personalidad, que inciden en cómo las personas son capaces de enfrentar y elaborar las diversas situaciones de la vida. De la combinación entre los aspectos biológicos y los psicosociales van surgiendo las diversas modalidades en que diversos individuos van llevando adelante las vicisitudes que la vida les presenta.
¿Cómo arribamos al diagnóstico de depresión en el marco de la enfermedad de Parkinson?
Algunos de los síntomas depresivos se confunden con los del Parkinson: fatigabilidad y falta de energía, apatía, enlentecimiento motor, alteraciones del sueño (dificultad para conciliarlo o despertares frecuentes), disminución del apetito. Por ello deben también investigarse las características del estado de ánimo, la tristeza, la pérdida de la capacidad de disfrutar de actividades que en el pasado eran placenteras, las ideas de ruina, de minusvalia, de culpa, las ideas de muerte.
Es importante diagnosticar la depresión, porque es tratable y su mejoría contribuye enormemente al bienestar de la persona con enfermedad de Parkinson
¿Cómo se aborda el tratamiento antidepresivo?
Del punto de vista psicoterapéutico, identificando y elaborando los motivos de tensión emocional que pueden estar generando depresión (por ejemplo, toda pérdida afectiva). Además, elaborando la repercusión emocional de saberse portador de una enfermedad crónica como el Parkinson (que por el momento no tiene una cura definitiva) y con las limitaciones que puede provocar.
Se aborda también farmacológicamente. Se usa habitualmente un grupo de medicamentos antidepresivos conocidos como ISRS que son bien tolerados y que no afectan la memoria o la capacidad de atención. Sertralina, citalopram, paroxetina, son unos pocos ejemplos de estos fármacos.
El tercer aspecto que se tiene en cuenta es el psicofísico Establecer un programa de ejercicios físicos mejora no solo los aspectos motores sino que también facilita la independencia y por ello mejora la imagen de uno mismo.
Así, encarando estos tres aspectos del tratamiento, se logra una mejoría global tanto de la persona enferma como de sus convivientes.
Los neurólogos están siempre atentos para detectar la depresión en sus pacientes, ya que saben de la importancia de su diagnóstico y adecuado tratamiento.
Dra. Nora Taubenslag
MN 53.793
Departamento de Salud Mental
División Interconsulta y Psiquiatría de Enlace