Migraña
Se trata de un dolor que afecta a un lado u otro de la cabeza aunque no con la misma frecuencia. Las crisis duran entre 2 y 72 hs.
Deben estar presentes al menos dos de las siguientes características:
- Localización unilateral.
- Cualidad pulsátil.
- Intensidad moderada a severa.
- Agravación por la actividad física.
Y al menos uno de los siguientes síntomas:
- Náuseas y/o vómitos.
- Fotofobia y/o sonofobia (molestia a la luz y/o sonidos).
Existe una variedad menos frecuente de migraña que es la migraña con aura. En este caso se presentan previos al dolor, síntomas (aura) visuales, sensitivos (habitualmente parestesias, hormigueos) y/o del lenguaje. Cada síntoma dura 5 a 60 minutos y la cefalea aparece durante el aura o dentro de los 60 minutos siguientes.
Cefalea tipo tensión
En este caso el dolor se mantiene entre 30 minutos y 7 días, debe reunir al menos dos de las siguientes características:
- Cualidad opresiva.
- Intensidad de leve a moderada.
- Localización bilateral.
- Falta de agravamiento por actividad física de rutina.
No se acompaña de nauseas pero puede existir molestia a la luz o los sonidos.
Cefalea en racimos
Los pacientes presentan un dolor unilateral severo en la región orbitraria, supraorbitraria y/o temporal, que dura de 14 a 180 minutos y se repite con una frecuencia de 1 cada 2 días a 8 ataques diarios.
Además, está presente del lado del dolor al menos uno de los siguientes signos:
- Ojo rojo y/o lagrimeo.
- Congestión nasal.
- Miosis (disminución de la pupila) y/o ptosis palpebral (caída del párpado).
- Agitación y/o inquietud.
Algunos relatan décadas de dolor, y se presentan a la consulta cuando el dolor se transforma en diario o casi diario por la acción del uso y abuso de analgésicos y los comprimidos ya no los alivian. Hablan de sus crisis anteriores como “normales” que cedían con cualquier analgésico y a las actuales como “diferentes” por no responder a ellos.
¿Tenemos que explicar que los “dolores normales” no existen?
Cuando escuchamos al paciente decir que está frente a “su última esperanza”, nos sentimos frente a un desafío inmenso. Es nuestra tarea escuchar, contener, comprender, tratar de mejorar y siempre acompañar al paciente para estar a la altura de sus expectativas.
Para cumplir con ese compromiso, contamos actualmente con métodos no farmacológicos y con una buena cantidad de fármacos que en la dosis adecuada y durante el tiempo correspondiente logran grandes mejorías y hasta remisiones totales por largo tiempo.
Afortunadamente, tenemos los medios y la oportunidad. Entonces ¿por qué vivir con dolor?
¿Cuándo consultar?
- Cefalea de reciente comienzo.
- Dolor nuevo sumado a uno anterior.
- La cefalea previa cambia de frecuencia o intensidad. El peor dolor de su vida.
- A la cefalea se agregan uno o más síntomas (problemas en la visión, la fuerza muscular, la sensibilidad, dificultad para hablar, vértigo, etc.) aunque desaparezcan en pocos minutos.
- Necesita más de 4 comprimidos de cualquier analgésico en el mes para controlar el dolor de cabeza.
- El dolor es desencadenado por esfuerzos (actividad física, sexual, tos, etc.)
Los dolores de cabeza crónicos están considerados por su frecuencia una de las causas más importantes de incapacidad. Este impedimento dado por el dolor, está presente en todos los campos debido a que durante la crisis, la persona se ve limitada a realizar su trabajo, atender a su familia, o realizar una actividad social y cuando está libre de ella, le es difícil programar algo ante la incertidumbre de que el dolor se presente y deba renunciar a su proyecto.
Esto lleva a una invalidez social, familiar y laboral comprendida sólo por los afectados, ya que por no ser patologías que conllevan a la invalidez o a la desaparición física del sujeto, no son consideradas “graves”, siendo desjerarquizadas por los superiores en el trabajo, muchas veces por la misma familia y en ocasiones por el médico que termina la consulta diciendo: “vas a tener que aprender a vivir con el dolor”.
¿Estos prejuicios conllevan al paciente a no consultar “por un simple dolor de cabeza”?
Hay que cambiar de actitud frente a un paciente con cefalea, quien soporta una enfermedad crónica que lo lleva a una mala calidad de vida. Consideremos también que el 30% de los migrañosos adultos empezaron su dolor en la infancia. Difícilmente un niño use a la cefalea como excusa para no ir al colegio, y más difícil es que prefiera quedarse en el aula que jugar en los recreos o ir a dormir sin mirar televisión.
Muchos de los pacientes que llegan al consultorio especializado ya pasaron por varios especialistas: clínicos, oftalmólogos, otorrinolaringólogos y hasta gastroenterólogos, por adjudicar las nauseas y los vómitos que son parte de la crisis migrañosa a un ataque al hígado.
Otros tratan de justificar la aparición del dolor buscando causas. Comienzan a suspender comidas, bebidas, actividad física, etc., sin resultados.
Algunos consejos a tener en cuenta
- Marque en un almanaque los días que tenga dolor de cabeza y el número de analgésicos que utiliza por crisis.
- Haga alguna actividad física aeróbica (caminar, bicicleta, natación, etc.) por lo menos 45 minutos por día y dentro de la misma franja horaria.
- Duerma en promedio la misma cantidad de horas diarias.
- No deje pasar más de 3 horas sin ingerir alimento.
- Evite el sobreuso de analgésicos. Consulte si necesita más de 4 comprimidos al mes. Con el tiempo podría desencadenar una “cefalea por abuso de analgésicos”.
Dra. María de Lourdes Figuerola
Jefa de la División Neurología
Hospital de Clínicas José de San Martín
Universidad de Buenos Aires (UBA)