La disfagia se define como la dificultad para tragar y puede desencadenarse como consecuencia del avance de las enfermedades neurológicas. Algunos síntomas de alarma de la disfagia pueden ser: dolor/tos al tragar, regurgitación, sensación de atascamiento, entre otros. En caso de detectar alguno de ellos, es importante consultar al médico a fin de lograr un diagnóstico certero de la misma.
En presencia de disfagia comienza a dificultarse la ingesta de alimentos y, como consecuencia directa de ello, se puede comprometer el estado nutricional. Por ello, resulta crucial el asesoramiento nutricional tanto en el inicio como durante el seguimiento del paciente.
El abordaje nutricional va a tener varios objetivos en cuenta. Sin embargo, el que nos compete en este artículo es la adaptación de las consistencias de los alimentos. Dicha adaptación es muy variable y debe ser individualizada a cada paciente. Actualmente, los profesionales de la salud contamos con un sistema internacional que nos permite conocer la clasificación de los distintos tipos de consistencias de alimentos y a partir de allí, seleccionar la consistencia adecuada a la disfagia particular de cada paciente.
Sin embargo, existen lineamientos generales que pueden ser útiles para la realización de preparaciones culinarias. A continuación, describo algunos de ellos:
- Las preparaciones deben presentar texturas uniformes y homogéneas, evitando grumos, huesos, espinas, filamentos o semillas de frutas y verduras.
- La elección de los alimentos debe garantizar un aporte nutricional adecuado, eligiendo el tipo de cocción adecuado y alimentos de alta densidad energética.
- Se deben evitar texturas fibrosas, alimentos con pieles o semillas, alimentos pegajosos, alimentos resbaladizos o con riesgo de aspiración, alimentos duros.
- En caso de presentar disfagia a los líquidos, puede ser útil vehiculizar algún agente espesante para disminuir el riesgo de broncoaspiración.
Además, me permito abarcar algunos consejos que pueden facilitar el momento de la comida:
- Contar con vajilla adaptable que le permita al paciente sentir la libertad de poder manejarse solo.
- Contar con equipamiento completo y adecuado en la cocina como licuadoras y procesadoras que facilite la modificación de la consistencia de alimentos.
- Contar con una organización y planificación de comidas para poder hacer más llevadero el día a día.
Las consecuencias que puede traer aparejada una enfermedad neurológica tienen un importante impacto familiar, social, físico y económico que ningún profesional debe desestimar. Resulta imprescindible trabajar de manera integral y coordinada con un equipo que responda a las necesidades específicas de la enfermedad. ¡Nunca dudes en consultar!
Lic. Stefania Lazzaro
Nutricionista
MN 10330