Las caídas frecuentes son un problema que impacta en la calidad de vida de las personas con Enfermedad de Parkinson. Tomar consciencia de ello es importante para tratar de prevenirlas, como así también, hablarlo con el equipo de salud responsable, la familia o el cuidador.
Generalmente se presentan a medida que la enfermedad avanza y se las suele atribuir a los síntomas motores, tales como la bradicinesia (lentitud en los movimientos), la rigidez (falta de flexibilidad), cambios relacionados con la postura (posición encorvada hacia adelante) y trastornos en la marcha como el congelamiento (sensación de quedarse pegado al piso).
Un problema que incrementa el riesgo de las caídas es la disminución de la presión arterial y el mareo que aparece al cambiar de posición en forma brusca, falta de hidratación o exceso de medicación.
Otros factores que pueden contribuir a que ocurran caídas son los cambios propios de la edad como pérdida de la visión, audición, y falta de sensibilidad en suelen contribuir a la pérdida del equilibrio.
Las consecuencias de las caídas pueden ser mínimas (hematomas en el sitio de lesión, heridas cortantes) o muy graves, dentro de estas últimas los traumatismos de cráneo y las fracturas de cadera o muñeca son las más temidas. En algunos casos pueden llevar al paciente a la hospitalización que trae consigo otras complicaciones como reposo prolongado, trombosis, infecciones y el miedo a nuevas caídas, afectando la calidad de vida y favoreciendo el aislamiento social.
El manejo de las caídas es multidisciplinario (ya que se debe tener en cuenta que no existe al momento un tratamiento farmacológico o quirúrgico exclusivo) y consta de varias estrategias que tanto el paciente como su cuidador o familiar deberán tener en cuenta para evitarlas. Levantarse de golpe, por ejemplo, puede contribuir a la caída brusca de la presión arterial, o bien, apurarse al caminar, favorece en algunos casos el congelamiento de la marcha. A estos cuidados se le puede sumar mantener buena hidratación.
Es importante que el médico tratante haga los ajustes necesarios en el esquema de drogas, ya que en su gran mayoría pueden ocasionar o agravar la hipotensión ortostática. Asimismo, es conveniente que el profesional estimule al paciente a realizar la rehabilitación de la macha, postura y equilibrio; no solo a través de kinesiólogos, sino también, realizando actividades como pilates, tai chi, yoga o tango que fortalecen los músculos, mejoran la flexibilidad, mantienen la conciencia-percepción del cuerpo y ayudan al paciente a integrarse socialmente.
Por último es importante adecuar el hogar para evitar las caídas. Mejorar la iluminación, retirar los objetos que pueden obstruir o entorpecer la movilidad (muebles, alfombras), colocar pasamanos, ducharse sentado, tener en cuenta el calzado y también evaluar la opción de utilizar bastón, andador o inclusive agarrarse de un acompañante que favorezca la seguridad al andar.
La prevención de caídas es muy importante en la vida de los pacientes con EP. Conversando con el equipo del cuidado de la salud, ejercitándose y hacer el hogar más seguro permite que el paciente reduzca su riesgo de caídas y mejore su calidad de vida.
Dra. Cynthia García Fernández.
Neuróloga – Programa de Parkinson
Hospital de Clínicas – UBA.