Los pacientes con enfermedad de Parkinson pueden padecer de diversos trastornos en la visión tales como ojo seco, visión doble o borrosa, alteración del contraste y color, alucinaciones visuales (imagen, objeto o estímulo exterior que la mente percibe sin que su existencia sea real), alteraciones viso-espaciales (permiten definir donde están los objetos en el espacio) y viso-perceptivas (permiten reconocer y discriminar estímulos visuales como formas , tamaños, colores), pérdida de la agudeza visual y disminución en el parpadeo entre otros.
Estas alteraciones tienen un impacto importante en la calidad de vida de estos pacientes dado a que afecta a las tareas cotidianas como la conducción de vehículos o la lectura así como la búsqueda de objetos, reconocimiento de expresiones faciales, la movilidad en condiciones de poca luminosidad, y hasta incluso pueden empeorar el equilibrio o el caminar.
Además debe tenerse en cuenta que si el paciente desarrolla un cuadro de deterioro cognitivo (problemas en la memoria), puede que estos trastornos sean más severos e incluso, pueden estar exacerbados como las alucinaciones o alteración viso-espacial y perceptiva.
Las causas, más que a la enfermedad de Parkinson, pueden deberse principalmente a avances propios de la edad, pero también pueden involucrar a fármacos antiparkinsonianos como los anticolinérgicos, los cuales pueden producir visión borrosa, glaucoma o midrasis (dilatación de la pupila) con o sin fotofobia (intolerancia anormal a la luz por la molestia o dolor que ocasiona a la luz).
Por tal motivo, el paciente debe acudir ante cualquiera de los síntomas antes mencionados, a su neurólogo y oftalmólogo de confianza, quienes y en base a la queja, podrán orientar el diagnóstico y tratamiento específico, y de esta manera encontrar una solución que disminuya sus síntomas visuales y mejore su calidad de vida.
Dra. Cynthia García Fernández.
Neuróloga – Programa de Parkinson
Hospital de Clínicas – UBA.